Viernes 24 de Abril de 2020
Seguimos con el tema de
ayer.
Para el calumniado (se supone que el orden
judicial) plantear la reacción ante la calumnia (como lo ha hecho el Consejo
General del Poder Judicial) en el terreno político, tal como veíamos ayer, es la
mejor baza que se le puede dar al que se supone calumniador.
Hoy toda la prensa da cuenta de la
soflama del portavoz de Podemos, echando sobre el Presidente del Consejo la
duda de su legitimidad (está en funciones, se nos dice) y, además, de su
falta de independencia (es del PP, se afirma). Y, por si fuera poco, se invoca
el mantra de la libertad de expresión, para justificar lo que se ha
dicho; eso sí, faltaría más, acatando la sentencia (se recuerda
pomposamente).
Obsérvese que no se invoca que lo
dicho responda a la verdad (exceptio veritatis), lo que excluiría, según
los penalistas, la tipicidad de los hechos, sino esa libertad de expresión que nunca
prevalece (basta leer la Constitución, art. 20,4) frente al honor y el Código
Penal.
No es tiempo de notas ni de
declaraciones; es, si acaso así lo siguen entendiendo los miembros del Consejo General,
tiempo de ejercitar las acciones penales correspondientes.
Valentín Cortés
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