Lunes, 25 de Febrero de 2013
La palabra fulminante
Los políticos, por lo que leo en la prensa, oigo en las emisoras de
radio y veo en TV, tienen el convencimiento de que con la palabra tumban a sus
contrincantes. Salen en TV, con la frase preparada, ponen cara seria, enfatizan
y (...) se supone, el enemigo ha caído fulminado. ¡Buscan desesperadamente la palabra fulminante!
Ahora, han descubierto una: “la
querella” que, como decía un antiguo conocido, había que “ponerlas a pares”. No
hay día en que algún político advierta
al contrario de que como no “ponga” una querella de forma inmediata su
credibilidad será nula y de que, peor aún, quedaran demostradas todas las
ocurrencias de cualquiera que haya subido al estrado, haya escrito un papel, o haya hecho una declaración más o menos
pública. Realmente, se echa de menos un poco de formación jurídica en nuestra
clase política.
Las querellas (que no se ponen, se interponen) no arreglan los
problemas políticos y mucho me temo que se está equivocando el sistema y el
método de acabar con el contrincante; por eso hablan ellos, y la gente de la
calle, porque de ellos aprendemos, de la lacerante lentitud de la Justicia;
quisieran que también la Justicia se adhiriera, sin más, a la palabra fulminante con una
sentencia igualmente fulminante. Si echan mano de lo jurídico, deberían conocer
los elementos del medio y no cometer disparates.
Valentín Cortés