Viernes 8 de Enero de 2021
El acervo jurídico romano,
reinterpretado por los glosadores, y siglos después por la doctrina jurídica
alemana de la segunda mitad del siglo XIX, nos ha dejado ese instrumento portentoso
de interpretación y de aplicación jurídica que conocemos por la expresión mutatis
mutandis, porque no siempre las situaciones a analizar son idénticas,
sino similares, por eso una misma regla puede ser aplicable a
situaciones diversas si cambiamos lo que hay que cambiar en lo no sustancial de
aquellas.
Viene esto a cuento del asalto al Congreso
de los Estados Unidos en el momento en que se iba a ratificar el resultado de
las elecciones presidenciales. Nada más lejos de mi intención que analizar la situación,
porque ni tengo el conocimiento, ni conozco, sino superficialmente a través de
la prensa, los hechos. Con esas salvedades puedo decir que Trump, antes de las elecciones,
habló de fraude; después denunció fraudes sin fin, impugnó resultados, presionó
al aparato judicial; fracasó en todos los intentos: sólo le quedaba seguir
violentando con presión a su favor en el último acto jurídico de las
elecciones: y lo hizo incitando el asalto cuando se iba a proclamar al vencedor
en el Congreso.
Mutatis mutandis parece un
llamado escrache de los practicados por extremistas en España, o un
asalto al parlamento catalán, o una presión inadmisible en España al aparato judicial
con descalificaciones, amenazas de reformas legislativas, etc. etc. Porque, en
definitiva, allí como aquí, mutatis mutandis lo que se persigue es, con
unas cosas o con otras, no aplicar el Derecho que hay sino el que gusta
a los violentos o, en su caso, al que manda, siendo en este momento imprescindible
la cita al Prof. Juan Damián (El juez ante la Ley). No sé, pues, a qué
viene tanto escándalo de algunos, cuando aquello, mutatis mutandis, lo
tenemos aquí.
Valentín Cortés