Martes 8 de Noviembre de 2022
Los concursos universitarios
Por supuesto que sé que los
concursos universitarios no son la panacea en nada, pero, a cuento de los mismos,
hoy, como Catedrático de Derecho Procesal, me ha producido una especie de ternura
(universitaria, claro) el que el Sr. Iglesias vea una conspiración política en
el hecho de que no haya sido admitido en el concurso para proveer una plaza de
profesor en el Departamento de Ciencia Política y de la Administración de
la Universidad Complutense de Madrid (vid. la prensa de esta mañana).
Yo no sé si ha habido o no conspiración
para no admitirlo, pero no la veo porque se le haya denegado la plaza (como
informa toda la prensa) y menos por la razón de no acreditar tres años, como mínimo,
de experiencia profesional en la materia, uno de los requisitos que, según
la convocatoria, debían reunir los aspirantes. Es claro, que, si no la acreditó,
no es necesaria la conspiración política, ni ninguna otra, para denegarle la
plaza: era simplemente que, al no cumplir los requisitos, darle la plaza
hubiera sido una ilegalidad.
Porque, en efecto, la experiencia
profesional, me imagino que no es haber sido diputado ni Vicepresidente del
Gobierno (lo que no necesitaba acreditar el Sr. Iglesias), pues eso no acredita
en absoluto que el candidato sepa o domine el programa científico que define la
materia que hay que impartir, pues no olvidemos que la Universidad es un centro
fundamentalmente de enseñanza e investigación. La experiencia profesional
debe referirse en este caso a otra cosa distinta al ejercicio de la “profesión”
de político, pues, si no fuera así, me imagino que cualquier actividad en la política
habilitaría (por ejemplo, ser concejal del Ayuntamiento de mi pueblo) para
impartir clases en la Universidad, que todavía, espero, sea más seria que todo
eso.
Valentín Cortés