Viernes 8 de Mayo de 2020
Un dato aterrador
El dato de que, en las residencias
de ancianos, han muerto por el coronavirus 17.576 personas, desde el inicio de
la epidemia, es aterrador desde el punto de vista humano, y mucho más si
pensamos en la proporción altísima de estas muertes en el conjunto de las que ha
producido la enfermedad en España (vid. la prensa de hoy que ofrece estos
datos).
Pero, el dato es igualmente
aterrador desde el punto de vista jurídico, porque muestra en toda su desnudez
la ineficacia, en muchas ocasiones, de las decisiones tomadas por el llamado “mando
único” o, en su caso, las consecuencias de la falta de acción concreta. Porque,
prácticamente, desde el comienzo del estado de alarma el Gobierno tomó el mando
único en todo lo que se refería a estas residencias, de modo que la
responsabilidad parece exigible directamente al Estado y a los funcionarios o
autoridades que tomaron las decisiones equivocadas o no tomaron las necesarias.
Ello va a plantear, no parece haber
duda de ello, un aluvión de demandas de responsabilidad, no digo penal, porque
no creo que haya existido dolo, pero sí civil porque la negligencia o, incluso,
la falta de diligencia son patentes, dado que vienen demostradas por el hecho mismo
de las muertes reiteradas y desproporcionadas en esas residencias que no se
justifican sólo por la edad de los fallecidos. Procesos de responsabilidad
civil en los que será importantísimo evaluar los casos excepcionales de
residencias en los que no ha habido muertes de ancianos y el modus operandi
de estas.
Valentín Cortés