24 de Septiembre de 2014
La dimisión
A un catedrático de Derecho Procesal y abogado, por ejemplo yo, aun sin
tener ningún tipo de veleidades políticas, le hace ilusión ser Ministro de
Justicia, como nos hace ilusión ser alcaldes
de nuestro pueblo o ciudad. Es algo romántico: hacer proyectos de Ley,
modificar las leyes procesales, que tanta falta hace, introducir mejoras sin
parar en la Justicia, hacer de la Ley Orgánica del Poder Judicial un mecanismo
de eficacia y eficiencia para el Tercer Poder del Estado; y tantas cosas más.
Sobre el político (Sr. Gallardón) no me voy a pronunciar, porque no es
mi cometido, aunque tengo mi opinión; pero sí lo voy a hacer sobre la obra jurídica
salida de sus “talleres”. Es una obra escasísima, no ha entrado en la reforma
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (lo que es fundamental), no ha resuelto
los problemas de la Justicia, ni siquiera, diría yo, lo ha intentado, la
reforma del Consejo General del Poder Judicial es un galimatías; la Justicia sigue
lo mismo de mal, y un largo etcétera negativo.
Creo que ha hecho bien en la reforma de la llamada Justicia Universal
y ha puesto un cierto orden, aunque con alguna estridencia, en el tema de las tasas judiciales. Poco. Las otras
reformas del Derecho Procesal (hipotecas, desahucios, concurso de acreedores)
han venido del Ministerio de Economía
Valentín Cortés