Martes 20 de Septiembre de 2016
Otro
paso más
Cuando después del teatrillo, a las
puertas del Tribunal Supremo, y una vez prestada declaración ante el juez que
lo investiga por prevaricación, desobediencia y malversación, el Sr. Homs se
fue a hablar con los periodistas, no se le ocurrió más que calumniar al Tribunal
Supremo y al Ministerio Fiscal, e, incluso, manifestó que no pensaba acatar la
sentencia que “ya estaba dictada”.
Quiero decir que las sentencias penales
no se acatan; las sentencias de otros órdenes jurisdiccionales se cumplen y si
no las cumplimos se ejecutan. Las sentencias penales, como no cabe cumplirlas
voluntariamente, que eso sería acatarlas, se ejecutan en contra, incluso, de
nuestra voluntad.
La verborrea nacionalista tuvo ayer
una nueva demostración de desatino, cuando el Presidente de la Generalidad nos advirtió
que si la sentencia es condenatoria habría algo más que protestas en la calle:
es decir, amenazas.
Las calumnias y las amenazas son típicas
del lenguaje barriobajero, lenguaje que normalmente termina en acciones delictivas.
Por eso el camino, cada vez con más intensidad, nos lleva al art. 155 de la
Constitución.
Valentín Cortés