Lunes 12 de Septiembre de 2016
¡Al
final, resultará que estamos en una época revolucionaria!
Ya saben ustedes que yo sólo doy
opiniones jurídicas. Esta también lo es, aunque me gustaría que fuera política
Si repaso mentalmente lo que me acuerdo
del periodo revolucionario francés, posiblemente estarán de acuerdo conmigo que
fue una época de gran protagonismo de la Asamblea, con algún que otro gran acierto,
pero con unas dosis de ineficacia tremendas. Los otros dos poderes del Estado
no tuvieron gran protagonismo, y bien que se notó.
En el momento actual español
tenemos algo parecido.
Un Gobierno (Poder Ejecutivo) en
funciones, sin poderes y, quizá, lejos de ser un verdadero ejecutivo. El Poder
Judicial, difuminado, estancado en los tiempos judiciales, sin respuestas jurídicas
a los problemas cruciales del momento, politizado, a pesar de que el Presidente
del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo pueda sentirse “incómodo
y dolido” (quizá porque ha olvidado que fue nombrado, indirectamente, por los partidos
políticos en forma de Parlamento). Y
tenemos un Poder Legislativo inane, que lleva diez meses sin conseguir llevar a
cabo su primera función (no elige Presidente de Gobierno), pero que convoca a un
Ministro por una propuesta de nombramiento en un organismo internacional (Sr.
Soria), propuesta que ya no existe, y que va a interrogar solemnemente a los
Presidentes de Renfe y Adif por un accidente ferroviario (Porriño), de un tren portugués
con maquinista portugués, que todo el mundo sabe que es un problema judicial.
Mutatis
mutandi, ¡como la Asamblea revolucionaria, pero sin grandes aciertos!
Valentín Cortés