Martes 23 de Septiembre de 2025
El Sr. Sánchez y Gaza
Nuestro Gobierno (principalmente,
el Presidente) califica la actuación de las tropas israelitas en la guerra de
Gaza como genocidio. No se trata, evidentemente, de una calificación técnico-jurídica,
sino claramente política. Porque, nadie discute que el genocidio implica
una voluntad deliberada de exterminar a un grupo de personas, total o
parcialmente, simplemente por su condición personal, nacional, étnica, racial o
religiosa, tal como indica expresamente el art. II de la Convención de la
Naciones Unidas para la prevención y sanción del delito de genocidio de 1948.Eso
es difícil deducirlo del desastre de Gaza.
Lo de Gaza entra, en nuestra
opinión y dentro de su atrocidad, en lo que se puede llamar o no guerra
justa y dentro de ella en lo que son los crímenes de guerra. Nuestro Francisco
de Vitoria, en la primera mitad del siglo XVI, pensaba que la clave para decidir
si una guerra era justa estaba, amén de que existiese una causa justa y un propósito
justo, en que se utilizaran procedimientos que respetaran al inocente.
¿Pero cómo preservar al inocente en las guerras modernas? ¿Cómo evitar la
muerte de los inocentes en Gaza, si no es acabando con la guerra? Y ¿cómo
acabar con esa guerra una vez que se empezó hace tantos años? “Guerra es
muerte”, dijo Stimson en 1947 en su celebre artículo sobre la bomba atómica.
En el examen de esta enorme
desgracia, todo indica que es más jurídico hablar de guerra y, en ella, de crímenes de guerra que de genocidio,
pero políticamente hablar de genocidio es mucho más rentable. Pero la
rentabilidad política y cambiar la denominación de las cosas no evitan la
guerra ni ayuda a conservar la paz, que es de lo que se trata.
Valentín Cortés