Miércoles 23 de Noviembre de 2022
Los parlamentos no son casinos
La sentencia del Tribunal Superior
de Justicia de Cataluña que absuelve al Presidente de la Mesa, y a otros
miembros de esta, de desobedecer al Tribunal Constitucional, de la que hoy da cuenta
la prensa, es evidente que dará mucho que hablar políticamente, pero también jurídicamente.
Dada la información que ofrece la
prensa, desde el punto de vista jurídico, la sentencia es, cuando menos, irrazonable,
al menos por los dos siguientes motivos:
-Es difícil admitir, desde el punto
de vista de la razonabilidad de la sentencia, que los acusados no querían realmente
desobedecer al Tribunal Constitucional (argumento central de la sentencia),
cuando todos recordamos de cómo se jactaban de hacerlo, aprobando el orden del
día del Parlamento catalán, enfundados en la inviolabilidad del Parlamento y en
el derecho a la libertad de expresión, que es precisamente lo que ahora
celebran tras la absolución.
-Es igualmente difícil, desde ese punto de vista de la razonabilidad, afirmar que lo que realmente quería el Tribunal Constitucional era algo distinto a lo que la letra y el espíritu de la orden-requerimiento expresaba claramente: no celebrar una reunión para debatir y aprobar cuestiones que el Tribunal Constitucional, fuera de un debate en las Cortes sobre la reforma de la Constitución, estimaba anti constitucionales, discutiéndose este parecer del propio Tribunal.
Sorprendentemente se nos viene
a decir que lo que el Tribunal en realidad prohibía era la secesión como acto y
no la toma de acuerdos sobre la secesión y la Corona, como si en un Parlamento fuera
normal llevar a cabo sesiones para charlar y discutir de política en plano
absolutamente teórico, como se puede hacer en el café, en el casino, en el
debate televisivo o en casa con los amigos, donde, sin duda, es absolutamente
viable, posible, legal, y está amparado por la Constitución, hablar de derogar
la Constitución, defender la secesión de un territorio o incluso pedir la abolición
de la Monarquía.
Valentín Cortés