Miércoles 19 de Febrero de 2025
El Fiscal General/Sr. García
Ortiz
En la comparecencia que ayer tuvo en
la Comisión de Investigación del Senado, el Fiscal General contestó a una de
las preguntas que se le hicieron, en relación con la eliminación de la información
contendida en el teléfono móvil del Fiscal General, afirmando que “borro (yo)
porque es mi derecho de disponer de mi intimidad y porque cumplo con las
previsiones legales” (sic) (vid. www.elmundo.es).
La contestación, dadas las
circunstancias, no es de recibo, por una única razón lógica, pero profundamente jurídica
y que hunde sus raíces en la Teoría General del Derecho y en el Derecho Administrativo
en donde siempre ha estado clara la distinción entre órgano, entendido como
centro de imputación de poderes públicos (Alessi) y funcionario,
quien sirve al órgano.
Esta simplicidad jurídica tiene varias derivadas en el caso que nos ocupa: así,
como si fuera una especie de entidad binaria, el Sr. García Ortiz confunde su persona
con el órgano constitucional Fiscal General, haciendo de ambas
realidades una única pero binaria; lo mismo hace con el teléfono institucional
del Fiscal General, que lo convierte, a lo que se ve, en privado, por lo que cree
que puede hacer con la información del teléfono
( que también es, al parecer, binaria pero única) lo que crea conveniente a sus intereses
particulares como Sr. García Ortiz; y confunde de igual manera y entiende como
una unidad ( pero binaria) la esfera de su intimidad privada con la esfera
pública afectada, no por la intimidad, sino por la confidencialidad,
lo que motiva que crea que hay unas previsiones legales que le permiten
destruir la información que, como Fiscal General, tiene, que no es privada, sino
pública en cuanto está al servicio del Estado y es del Estado, y nunca suya ni
a su disposición. El Fiscal General parece que olvida que la intimidad sirve
para lo privado, pero no para lo público; que las previsiones legales que
invoca sirven para lo privado, pero no para lo público. Como privado puede borrar
lo que es privado, pero no lo público y todo indica que ha borrado lo público.
Valentín Cortés