Miércoles 4 de Noviembre de 2015
La
fuerza del Estado.
Los periódicos recogen
declaraciones de distintos independentistas catalanes denunciando las amenazas,
eso dicen, del Estado ( Sra. Vicepresidenta, Sr. Ministro de Hacienda, etc.)
La dinámica jurídica conlleva, inexorablemente,
la coacción de la fuerza y la fuerza misma.
Cumplimos con nuestras obligaciones y respetamos las leyes, no sólo porque
somos educados y “benéficos”, sino porque estamos amenazados con la fuerza para
el caso de que no lo hagamos. El monopolio de esa fuerza la tiene el Estado.
La dinámica independentista
catalana de la desobediencia, que me imagino estará preconcebida e ideada,
lleva necesariamente a la utilización por el Estado, primero de la coacción
de la fuerza, y después de la fuerza
misma. Estamos, en la fase de la coacción y me parece lógico pensar que después
vendrá la fuerza, porque si no viene, el Estado se acaba.
La fuerza no tiene por qué ser física: es fuerza lo que hace
doblegarse al desobediente; por eso el art. 155 de la Constitución, con su
enunciados amplios (“podrá adoptar las
medidas necesarias para obligar….”),
y casi premonitorios, es un mecanismo que debe aplicarse a la primera desobediencia,
ya anunciada, al Tribunal Constitucional.
Valentín Cortés