Lunes 30 de Noviembre de 2015
Siguen siendo leguleyos
La prensa de este fin de semana pasado
ha recogido el tenor del escrito del Parlamento catalán solicitando se levante
la suspensión de la resolución independentista catalana. Se ha hablado, por algunos,
de que se intenta rebajar el significado a una mera declaración de intereses políticos
sin contenido jurídico vinculante alguno. En otras palabras, el Parlamento habría
votado una desiderata política que no
sería recurrible ante el Tribunal Constitucional. ¡Es decir, el descubrimiento de la piedra filosofal!
Lo curioso es que con ese escrito
el Parlamento, a la postre, reconoció que aquello no es vinculante; pero, alcanzando
una buena conclusión, se equivoca claramente en las premisas, porque esa declaración,
en este caso, es más que desiderata:
es una nulidad jurídica radical en forma
de resolución.
Donde tampoco acierta el Parlamento es en sostener que puesto que no produce efectos jurídicos no es recurrible, porque, tratándose de una nulidad radical, no por eso es indiferente al Derecho, pues mientras que no se anula por el órgano correspondiente sí produce efectos. Por eso, cabe recurrir y se crea el poder-deber del Tribunal Constitucional de ordenar, primero, la suspensión de la eficacia del acuerdo o resolución, y, después, de declarar su nulidad, estableciendo e imponiendo sanciones para el caso de desobediencia si se intenta convertir la desiderata en realidad.
Donde tampoco acierta el Parlamento es en sostener que puesto que no produce efectos jurídicos no es recurrible, porque, tratándose de una nulidad radical, no por eso es indiferente al Derecho, pues mientras que no se anula por el órgano correspondiente sí produce efectos. Por eso, cabe recurrir y se crea el poder-deber del Tribunal Constitucional de ordenar, primero, la suspensión de la eficacia del acuerdo o resolución, y, después, de declarar su nulidad, estableciendo e imponiendo sanciones para el caso de desobediencia si se intenta convertir la desiderata en realidad.
Todo esto lo sabe el Parlamento catalán,
pero, sin pudor, lo dicen “por si cuela”, como los leguleyos.
Valentín Cortés