Martes 15 de Octubre de 2019
El problema es de la
sociedad
La sentencia del Tribunal Supremo creo
que pone a la sociedad española frente a su legislación. Porque las penas impuestas,
siendo gravísimas, no son las mas graves para castigar unos hechos que esa sociedad
entiende son gravísimos, quizá los mas graves cometidos contra nuestro sistema democrático;
y porque, impuestas las penas, la sociedad palpa la lenidad del sistema penitenciario
que nos hemos dado.
El Tribunal Supremo no es un órgano
legislador, sino aplicador del Derecho que es (no, el que nos gustaría
que fuera) a la realidad que se prueba. Y de esa tarea de aplicación se deduce
que lo que la sociedad ha entendido (llamándolo así) como rebelión en
realidad no lo es, por lo que no se pueden aplicar esas deseadas penas gravísimas
para esos hechos que se entienden gravísimos, según la conciencia social. Está sociedad,
por tanto, tiene un problema que es definir, según el sentir y conciencia social
de este momento (no la del siglo XIX, ni siquiera la del XX) las conductas que deben
ser castigadas de la forma más severa.
Como lo tiene cuando descubre que
los delincuentes están en la calle prácticamente al día siguiente de ser
condenados. No es culpa del Juzgador, sino de la sociedad que permite tal
lenidad (que a veces golpea el sentido de Justicia), máxime cuando esa lenidad
está administrada por una Comunidad autónoma que es, además, parte del problema
Por eso seria conveniente que ahora
se fijara el tiempo de las reformas legales.
Valentín Cortés
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