Jueves 19 de Octubre de 2023
La reputación del Tribunal Constitucional
La opinión que los demás tiene de
nosotros, es decir, la reputación, no es cuestión baladí que se pueda
despreciar. Esa reputación puede ser buena, mala, merecida, injusta o de
cualquier otra clase; pero es fundamental que, si se trata de la reputación profesional,
esa sea excelente; porque a la postre todo, como decía Pirandello, “es así, si
así os parece”.
Todo esto viene a cuento de que se está
produciendo un deterioro público, publicado y progresivo de la reputación profesional
del Tribunal Constitucional, y no en cuanto a sus capacidades jurídicas, sino en
lo que es nuclear y determinante para la reputación de un Tribunal: su imparcialidad.
Son cada vez más las voces que ponen abierta y públicamente en duda esta
imparcialidad, a lo que no ayuda ciertamente ni la presencia de destacados políticos
del Gobierno anterior en el Tribunal ni las votaciones reiteradas, en los
asuntos con más trascendencia política, en bloques claros y definidos que, por demás,
para mayor deterioro reputacional, la prensa llama y tilda de progresista y
conservador.
Al inicio de la semana fue la Asociación
Judicial Francisco de Vitoria y ayer la asociación Foro Judicial Independiente (vid.
la prensa de hoy y la del martes) las que arremetieron contra el Tribunal
Constitucional rebajando su reputación profesional a niveles muy bajos, por
demás nunca oídos, que son muy dolorosos y que necesitan que no pasen al saco
del desprecio, pues, entre otras cosas, son agrupaciones de muchos jueces y
magistrados las que se manifiestan de tal manera.
España necesita que el Poder
Judicial no esté, ni justa ni injustamente, en tela de juicio ni al socaire de
perdidas reputacionales de muy difícil composición y reparación.
Valentín Cortés
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