Viernes 18 de Marzo de 2022
La equivocación del Tribunal
Supremo (Sala Segunda).
Yo, como jurista, he criticado con
toda energía determinadas doctrinas mantenidas por el Tribunal Supremo; y he
escrito y publicado estudios cuyo objeto era demostrar la equivocación del
Tribunal Supremo en el caso o en la doctrina concreta que se mantenía. Esto lo
hemos hecho todos los juristas. Y cuando estamos, como abogados, en un recurso
criticamos a fondo la decisión que ha dictado el órgano inferior y que
recurrimos. Manifestamos nuestro pensamiento jurídico libremente y para ello no
necesitamos atribuir al Tribunal Supremo, o al órgano judicial inferior, la comisión
del delito de prevaricación
La Ministra Belarra, al manifestar
su desacuerdo con una sentencia del Tribunal Supremo, atribuyó el contenido de
la sentencia, no a una equivocada aplicación del Derecho, sino a la prevaricación
de los miembros de la Sala: lo admite así, paladinamente, la Sala Segunda del
Tribunal Supremo, - vid. www.elconfidencial.com, entre otros medios- en el auto por
el que no admite a trámite la querella contra la Ministra Belarra. Esa calumnia (así
lo califica el propio Tribunal Supremo) (atribuir la comisión del peor delito
que puede cometer un Juez, así lo admite el Tribunal Supremo) cede en este caso
ante el derecho a la libre expresión del político, y se nos advierte que eso no
significa que esta decisión sea igual en el futuro para otros casos.
Sencillamente, el Tribunal Supremo
se equivoca palmariamente al no aplicar correctamente el art. 20.4 de la Constitución;
además de equivocarse, crea un mundo social (el de los políticos) que, por lo
visto, a la hora de expresar sus pensamientos y exponer sus ideas tienen, lo
que se suele llamar popularmente, “patente de corso” para calificar la
equivocación y el desacuerdo con la calumnia de haber prevaricado
Valentín Cortés
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