Martes 28 de Mayo de 2019
Estrasburgo, tan deseado y esquivo (hasta
ahora)
Toda la prensa digital recoge la
noticia de la sentencia del Tribunal Europeo que confirma la validez y
legalidad de la resolución del Tribunal Constitucional, por la que suspendió el
pleno del Parlamento catalán, en cuyo orden del día figuraba como punto a
tratar, y, en su caso, aprobar la declaración unilateral de independencia.
Este fue un recurso interpuesto por
el entonces Presidente de la Generalidad, por la también entonces Presidenta del
Parlamento y por un número elevadísimo de diputados de entonces. En la
sentencia que lo resuelve, el Tribunal Europeo, por unanimidad, no sólo avala
la actuación del Tribunal Constitucional, sino que sienta una doctrina,
incuestionable para el futuro, sobre los poderes que tiene el Tribunal
Constitucional de, preventivamente, tomar decisiones, como la de suspensión del
Pleno; así como acerca de la necesidad de
tomar esas decisiones “ en una sociedad democrática
para mantener la seguridad pública, la defensa del orden y la protección de los
derechos y libertades ajenas”. Y sobre lo que no es menos importante: que,
en una sociedad democrática, afirma el Tribunal, todo cambio es posible, incluso si afecta a la legislación y
estructura jurídica o constitucional del Estado, siempre que se utilicen medios
legales y democráticos y se proponga un cambio compatible con los principios democráticos
fundamentales.
En términos de batalla naval, diríamos
que se trata de un torpedo en la misma línea de flotación de la nave del
llamado pomposamente “proceso”. El
tan deseado, por los independentistas, Estrasburgo, se les ha mostrado hasta
ahora realmente esquivo
Valentín Cortés
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