Viernes, 4 de octubre de 2013
El Juez Aláez y el romance de La loba parda
Aláez es el juez que instruye las diligencias penales por el accidente
ferroviario de Santiago.
Ya alerté hace unos días que toda instrucción penal tiene que estar llena, entre
otras cosas, de lógica y que la cadena de
imputación subjetiva tiene unos
límites claros en la jurisprudencia y en la doctrina científica penales.
Ahora conozco, por la prensa, lo que el Abogado del Estado dice en su
recurso contra la decisión de imputar a altos cargos de Adif. Además de otras
afirmaciones graves, referentes a la falta de fundamento de la imputación, el
Abogado del Estado dice algo tan indicativo como que el auto del Juez “no es más que lo que a primera vista podría
pensar cualquier profano en la materia, sin capacitación para interpretar un
conjunto de datos técnicos, y que prestase únicamente atención a los que se le
presentan como más familiares o comprensibles como el relativo a un sistema de
frenado automático” (sic).
Cuando a un Juez se le dice que dicta un auto sin lógica y sin razón
alguna, y se le añade que no sabe(o no quiere saber) interpretar, por falta de
método, lo que dicen los informes técnicos,hay que decir lo que aquel poema que
aprendí de niño en el colegio:“Mal
barruntan mis ovejas. .” (Romance de la
Loba parda).
No sería bueno que esta instrucción tomara la deriva, por ejemplo, que
tomó el asunto del Sr. Blesa.
Valentín Cortés
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