Miércoles 18 de Septiembre de 2019
La desobediencia civil
Por lo que se ha podido leer en la
prensa digital en los últimos días, todo indica que el independentismo catalán está
preparando una campaña (dicen) de destrucción del Estado que pasaría por
la desobediencia civil, que, curiosamente, entronca para este con la resistencia no
violenta.
Las dificultades prácticas de tal operación
no se le deben ocultar ni siquiera a los propios independentistas, pero aquí lo
que nos compete aclarar son dos cuestiones que entiendo son básicas y que, de
seguir adelante tal proyecto, sin duda, aparecerán de forma inmediata. De una
parte, la desobediencia civil implica incumplimiento de deberes civiles,
administrativos e, incluso, realización de actos u omisiones de tipo penal. De
modo que incitar a ello, según de donde venga la incitación, aun cuando no
exista posteriormente actos masivos de desobediencia civil, puede conllevar
actuaciones ilegales que lleven aparejada la perdida de la condición de
funcionario; amén de las responsabilidades que pueden asumir cada uno de los “desobedientes”.
De otra, la desobediencia civil nada tiene que ver con la resistencia
no violenta, a la que, romántica y burdamente, se agarran esas propuestas,
porque la resistencia no violenta nunca puede implicar violación de la Ley, y
si la implica lo que se violenta es la propia Ley.
Valentín Cortés
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