Miércoles 23 de Noviembre de 2016
El
suplicatorio y el teatrillo de turno
La figura del suplicatorio es una
clara manifestación del privilegio de los parlamentarios frente al resto de los
ciudadanos: no se procederá penalmente contra
ellos sin la autorización del Parlamento.
Quien lucha para que se deniegue el
suplicatorio en su caso personal (me estoy refiriendo al Sr. Homs), no puede,
al mismo tiempo, acusar a la Justicia de politizada. Porque, es posiblemente el
único caso, admitido legalmente, en donde la Justicia está mediatizada por la Política.
Si no se accede al suplicatorio, la politización es total, porque debiéndose intervenir
no se interviene; si se accede al suplicatorio, la Justicia queda libre del
control político (que es lo que el Sr. Homs ha dicho mil veces desear cuando
ataca a la Justicia).
El Sr. Homs, estoy seguro, entiende
esto que digo, pero como buen independentista está instalado no sólo en el fraude
legal, sino en el mediático, por eso organizó el teatrillo de turno, esta vez, a las puertas de las Cortes: para protestar que la Justicia,
en su caso, no estuviera controlada por la Política y para rechazar y vituperar
que la Política lo abandonara a su suerte.
El fraude jurídico siempre conlleva
sanción jurídica; en el fraude social, la sanción es el ridículo personal.
Valentín Cortés
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