Miércoles 30 de Noviembre de 2016
La
derogación de las leyes
Las leyes ofrecen el primer grado
de realización del fin último que tiene el Derecho: la certeza y seguridad jurídicas. El segundo grado, y teóricamente definitivo,
lo ofrece el Poder Jurisdiccional, quien es el encargado de resolver los conflictos
que se puedan producir con ocasión de la aplicación de las leyes, y lo hace mediante
la resolución de aquellos con decisiones que son permanentemente eficaces en el
tiempo.
En toda sociedad normal y sana, cuando
una ley se piensa que no ofrece certeza y seguridad jurídicas, se sustituye por
otra de la que se piensa que sí lo ofrecerá, pero nunca se suprime sin más,
porque la desregulación de un campo determinado de relaciones humanas tiene
como final inevitable el caos, que,
obviamente, es lo menos jurídico que podamos imaginar.
Lo digo porque, según recoge toda
la prensa de hoy, el Congreso ha aprobado, con los votos de la llamada
oposición, que se derogue la Ley de Seguridad Ciudadana, sin que al mismo
tiempo se haga una propuesta para sustituirla, lo que indica que esa mayoría que
propone la derogación no tiene claro cómo obtener la certeza y seguridad jurídicas
que mantiene que la ley actual no ofrece.
Todo un ejemplo de procedimiento parlamentario
a no seguir.
Valentín Cortés