Lunes 8 de Septiembre de 2025
De nuevo, de vuelta.
Después de dos meses nada ha
cambiado; si acaso, todo ha empeorado. Escribo después de la entrevista del
Presidente del Gobierno en TVE ( en la que se ha permitido, entre otras
anomalías constitucionales, un ataque descomunal contra el Poder Judicial y
jueces indeterminados, sin interponer, como sería lo lógico, las correspondientes
querellas por prevaricación) y de la apertura del año judicial (en la que ha
intervenido, por supuesto y por precepto, el Fiscal General del Estado, pero que
no debería serlo) y no quiero engañarme: la situación es constitucionalmente
muy peligrosa pues nos fallan dos
instituciones básicas en nuestro Estado de Derecho: el Tribunal Constitucional
y la Fiscalía. El primero no aplica la Constitución de 1978, pues de hecho está
creando otra, y el segundo también hace seguidismo del Poder Ejecutivo en los
asuntos que a éste le interesan.
En este estado de cosas la incerteza
e inseguridad jurídicas y constitucionales nos empapan y anulan
como sociedad y como nación, y poco a poco nos sumen en una especie de relativismo
jurídico, y en una gran arbitrariedad, en el que Derecho deja de ser un
conjunto de normas previstas para convertirse en lo que quiere el Poder
Ejecutivo en cada momento o en lo que el Tribunal Constitucional, en su nefasta
labor creativa, entiende que debe ser la Constitución o incluso el Derecho Positivo.
Sólo necesitamos, y no es poco, que el Poder Judicial ni caiga ni deje de
cumplir su misión constitucional. Y en ésto, todo me indica que debo ser
optimista.
Valentín Cortés
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